La creatividad cobra valor en un particular mercado en Bariloche

Lo que dicen la mayoría de los manuales sobre el rol del Estado en la conversación entre privados se cumple a rajatabla en el Mercado de Industrias Creativas Regional (MICA), que por primera vez se acordó de la Patagonia y eligió Bariloche para sesionar desde el viernes y hasta el Domingo, una ciudad que lleva años en esto de albergar a quienes debaten ideas para tratar de hacer negocios.

De un lado están los que venden, alborotando las instalaciones de un salón que desborda de jóvenes entusiastas por colocar sus productos. Del otro lado, muchos menos compradores, pero los suficientes como para justificar una movida en la que Nación y Provincia articulan silenciosamente un vínculo que intenta ser productivo, más allá del mero placer de genera todo hecho artístico.

Jean –que es de Bariloche, fue galardonado en festivales y tiene una interesante trayectoria audiovisual- está esperando mejores noticias que la oferta de un productor que por ahora no lo ha convencido del todo. Bruno y Tania se vinieron desde el Lago Puelo con sus sueños a cuestas en forma de documentales que podrían interesarles a un comprador que tienen que volver a ver esta tarde.

En definitiva, el MICA es un mercado, y como tal hay quienes festejan sus ventas, quienes creen haber adquirido a buen precio, aquellos que se van conformes por la mera experiencia ganada, y todos con una gran sonrisa, porque el músico, el documentalista, la diseñadora de indumentaria o el director de artes escénicas, saben –quizás mejor que nadie- que las transacciones de bienes y servicios culturales tiene una lógica comercial compleja y a la que hay que darle tiempo.

Cecilia –del Centro Cultural Rojas de Buenos Aires- y Marcelo, gestor cultural de Córdoba, se encontraron con propuestas muy originales y elogian el esfuerzo de la Secretaría de Cultura de sostener en el tiempo esta iniciativa y tomar la decisión de  regionalizarla. El Estado como vaso comunicante de una industria que genera recursos genuinos, promueve el Turismo, exporta imagen y fortalece las identidades.

A Sonia, de Chile, le incomoda el lugar de compradora. Prefiere definir su papel en el MICA como negociadora, para no generar falsas expectativas. “Negociar –dice- incluye la posibilidad de establecer intercambios más amplios y duraderos que la típica transacción comercial”.

A Juan se lo nota nervioso. Está en la puerta y espera ser llamado a la Mesa 3, como cuando uno da un examen. Tiene cinco minutos para contar la serie documental que quizás tardó meses en escribir y años en producir. Los cachetes colorados. Se hace de valor y atraviesa los treinta pasos que lo separan de la posibilidad de que miles de personas vean su obra. Vender su  obra, soltarla, abandonarla para que otros la juzguen, que viva en otras mentes y otros cuerpos.
Las chimeneas de la industria cultural echan humo blanco en Bariloche.