Realizaron una campaña oftalmológica solidaria en Comallo
En articulación con el Hospital de Comallo, el CEM Nº 26 y el Programa Salud Escolar, profesionales vinculados a la Fundación 100 Caminos realizaron controles a más de 250 pacientes.
Pobladores de Comallo y de parajes como Laguna Blanca, Anecon Grande, Cañadón Chileno y Pilquiniyeu del Limay llegaron hasta el CEM Nº 26 de Comallo el pasado viernes 31 de mayo, donde oftalmólogos, pediatra, técnicos ópticos y voluntarios de la Fundación 100 Caminos brindaron atención y provisión de anteojos de manera gratuita.
La Fundación cuenta con la colaboración de alumnos de la Universidad Nacional de Río Negro y el apoyo de Essilor Argentina. A este viaje se sumaron también estudiantes de 5to año del Colegio Secundario QMark, en lo que fue una jornada histórica. En los doce años que llevan las Campañas Solidarias, es la primera vez que atienden a tantos pacientes: doscientas cincuenta personas, entre ellos niños que nunca habían tenido un diagnóstico y adultos que hacía años no podían acceder a un control.
Allí detectaron causas de ceguera evitable y tomaron la responsabilidad de resolver casos quirúrgicos, tratamientos con láser, y de donar la mayor cantidad de anteojos de la historia de la Fundación. También atendieron, en el hospital, 9 niños, pacientes pediátricos con patologías complejas.
Todo fue posible por la articulación con el Hospital de Comallo, el CEM Nº 26 y el Programa Salud Escolar. La Jefa de DAPA, Natalia Artola, y los agentes sanitarios, Ariel Trujillo y Horacio Arrix, citaron a los pacientes que necesitaban ser atendidos. La referente del Programa Salud Escolar, Beatriz Hernández, trabajó en la convocatoria de los niños y niñas. La directora del CEM, Silvia Castañares, abrió las puertas para que la escuela fuera lugar de atención por un día. Un aula fue el consultorio de oftalmopediatría y el amplio salón de entrada funcionó a la vez como sala de espera, recepción y atención de adultos.
La Fundación 100 Caminos llegó con más de veinte integrantes, profesionales y voluntarios, que desafiaron el clima y la geografía para compartir un día de mucho trabajo y también de gran alegría. La que surge de la posibilidad de conocerse, de ayudar y recibir sonrisas, abrazos y miradas renovadas. Porque ya el tiempo de la última vez de acceso a la salud visual no será de años o de una fecha tan lejana que casi no se recuerda. Y porque se sabe que, en pocos meses más, otro paraje estará recibiendo a la Fundación, con calor de amigos, para un encuentro que pone a la vista lo mejor de las personas.
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