La lectura es una puerta hacia el conocimiento, la imaginación y el crecimiento personal. Sin embargo, en la era digital en la que vivimos, muchos chicos se alejan de los libros en busca de distracciones más instantáneas. Es nuestro deber mostrarles que la lectura puede ser una actividad divertida y que cada libro puede convertirse en una hermosa experiencia.

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¿Qué podemos hacer para motivarlos a leer?

En primer lugar, debemos dar el ejemplo: no podemos pedirles que lean si nosotros no lo hacemos. Recuerden que los chicos tienden a imitar lo que ven a su alrededor. Si ellos nos ven disfrutando de un buen libro, es probable que se sientan motivados a hacer lo mismo.

La ambientación también es un factor importante. Si es posible, creen un rincón cómodo para la lectura. Un pequeño espacio con libros y buena iluminación. Si no cuentan con suficiente espacio en casa, basta con dejar un libro en la mesa de noche o cerca de un sillón. Los libros deben formar parte de su día a día, tenerlos visibles y accesibles.

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Las salidas a bibliotecas y librerías también son una excelente opción. Compartir un momento en familia recorriendo espacios llenos de libros y explorando. No es necesario que compren algo en ese momento o que saquen libros prestados, comiencen con un simple paseo y permitan que la curiosidad natural de los chicos haga el resto.

No recomiendo ofrecer premios por leer un libro, aunque algunos puedan tener éxito con ese sistema. Considero que es mejor que la lectura sea una actividad que eligen por deseo o curiosidad, y no porque esperan algo a cambio. Debe ser una experiencia, casi como un juego, una búsqueda de nuevas sensaciones a través de diferentes personajes e historias. No convirtamos la lectura en una obligación, comencemos con la diversión.

Por último, es fundamental tener en cuenta los gustos de los chicos. Preguntemos, observemos, dejemos que ellos nos guíen y así encontraremos los libros que lograrán cautivarlos.

Advertencia: es probable que una vez que descubran lo maravilloso que es leer, no puedan parar. Por favor, no los limiten. Permitan que exploren ese primer enamoramiento por los libros y luego, juntos, pueden ir estableciendo un equilibrio en la cantidad de tiempo dedicado a la lectura.