Día del Respeto a la Diversidad Cultural
Por Silvina García Larraburu Por segundo año, el 12 de octubre conmemoramos el Día del Respeto a la Diversidad Cultural, en el cual se promueve la reflexión histórica y el diálogo intercultural acerca de los derechos de los pueblos originarios. Este aparente "simple" cambio de nombre, que remplaza al ofensivo y discriminatorio "Día de la Raza", viene a visualizar a las comunidades que por mucho tiempo estuvieron sumergidas en el olvido, otorgándoles de ahora en más un lugar inalienable dentro de la Argentina del nuevo milenio.
Se podría argumentar que la reparación histórica llegó tarde, de hecho fueron siglos de sumisión ante un Estado espejo de las clases dominantes. Pero aquella Nación de privilegiados quedó desplazada, en un país que desde el 2003 busca incluirnos a todos y todas en su interior. Otro de los indicios significativos que demarcan el cambio de época, es la incorporación al nuevo Código Civil y Comercial (actualmente en tratamiento) del derecho a la Propiedad Comunitaria de Tierras Indígenas. La cual será exclusiva, perpetua, indivisible, imprescriptible, insusceptible de gravámenes, inembargable, e inejecutable para la preservación de la identidad cultural y el hábitat de los pueblos originarios, que también tienen derecho a participar en la gestión referida a sus recursos naturales como derechos de incidencia colectiva.
Si un 12 de octubre de 1492, comenzó un proceso de expropiación de las comunidades ancestrales y sus recursos naturales, modificando la economía mundial, y desatando cambios demográficos en todo el continente; desde hace una década a esta parte, la Latinoamérica subyugada por el imperio de turno, alzó su voz en el armado geopolítico mundial para gritar con firmeza que esta tierra es de y para los latinoamericanos.
En este sentido, estoy convencida que como sociedad debemos nutrirnos de la sabiduría de nuestros pueblos originarios y revisar nuestra historia, con sus aciertos y errores, para reconstruir nuestra identidad. Pero una propia que emerja de nuestra gente, que destierre las conceptualizaciones de nosotros mismos que la colonización cultural usó para dominarnos simbólica y materialmente.
